CAPÍTULO I:

DE NUESTRO PARTIDO

 

Título I.

Cuestiones Fundamentales Sobre quienes hemos definido ser

 

Artículo 1: La Izquierda Cristiana es un partido revolucionario, que propugna construir el socialismo: una nueva sociedad de seres humanos libres e iguales, diferentes y solidarios. Su horizonte histórico es la superación de la explotación y de toda forma de dominación, a partir de una inspiración cristiana y humanista, e integradora del conjunto de las expresiones espirituales de carácter liberador. Por consiguiente, se propone luchar para poner fin a la sociedad capitalista, fundada en la distribución desigual del poder y de los bienes sociales; en patrones de explotación, dominio y alienación; en formas de exclusión, discriminación y violencia.

 

Artículo 2: La Izquierda Cristiana postula que una revolución se expresa en un proceso de ruptura del sistema capitalista, en una transformación radical y profunda del conjunto de las relaciones sociales, en un cambio en la esencia de la forma dominante de producir la vida social.

 

Artículo 3: La Izquierda Cristiana asume la política como una construcción colectiva y democrática que, desde y junto a las comunidades y el movimiento social, busca disputar la dirección política de la sociedad. Se construye desde y con los movimientos sociales, respetando su autonomía, sus procesos democráticos, y la pluralidad y la diversidad que lo constituyen. Opta por aportar en la construcción de sujetos políticos y sociales emancipatorios y no en “objetos” de la política partidaria, saliendo así del espacio de visiones que buscan “instrumentalizar” o “sustituir” al movimiento social. La Izquierda Cristiana se constituye desde la vida cotidiana de las comunidades del pueblo. Al respecto, constituye un partido de la acción directa y colectiva, un partido de voluntarios y servidores del movimiento popular.

 

Artículo 4: La Izquierda Cristiana aprehende el socialismo como una democratización ininterrumpida y radical de la sociedad en todos sus ámbitos, como una construcción colectiva desde los espacios cotidianos de las relaciones sociales interhumanas hasta la modificación de los modos de producción. Sostiene que el Poder Popular es el camino revolucionario para la construcción socialista y constituye una concepción democrática de socialismo, que se desarrolla en el interior del modelo social dominante a través del establecimiento de relaciones sociales de cooperación, de solidaridad, de patrones culturales y de prácticas emancipadoras.